Hace 173 años, nuestra nación atravesaba sus primeras décadas como país independiente y buscaba el restablecimiento de la economía, seguridad y el orden público por lo que en México se vivió una creciente época de inestabilidad. España se resistía a la idea de perder el dominio de lo que un día fuera su colonia más productiva, mientras que Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia buscaban el más mínimo pretexto para profanar lo que se estaba desarrollando como una de las puertas de entrada para el comercio internacional en América. Este deseo de conquista se ocultaba siempre bajo “las nobles intenciones de salvaguardar sus inversiones y los derechos de sus compatriotas en nuestro país”.
Tal fue el caso del ciudadano francés Remontel, dueño de un restaurante en el pueblo de Tacubaya, quien exigía el pago de ¡sesenta mil pesos! por la repostería fina que los soldados de Santa Anna habían degustado en su establecimiento y por la cual no habían pagado, aprovechándose de los motines y disturbios que se vivían en ese momento. Bajo este marco surgieron muchas otras exigencias, por lo que el gobierno francés a través de su Ministro Antoine Louis Deffaudis envió un ultimátum al gobierno mexicano, en el cual se reclamaba ,con prepotencia, el pago de una suma total de ¡seiscientos mil pesos! Ante esta ridícula y estrafalaria petición, el gobierno mexicano decidió pasar desapercibido el aviso ya que ni siquiera contaba con los fondos necesarios para cubrir esta demanda, ni las futuras peticiones que a partir de ésta pudieran surgir.
A tal situación se sumó el fusilamiento de un bandido francés, dándole a Francia la escusa perfecta para impulsar la ya predecible invasión. Para 1838 las fuerzas francesas contaban con veintiséis navíos encallados en las costas de Antón Lizardo listos para exigir mediante la fuerza de sus cañones lo que no habían conseguido por medio del dialogo duro y altivo, cuando México se negó a arreglar un tratado de navegación y comercio y a librar a los franceses de contribuciones y préstamos para la guerra.
Cuando el entonces presidente Anastasio Bustamante se enteró, señaló -que no llegaría a ningún acuerdo mientras el gobierno francés no retirara sus tropas- alentando al pueblo mexicano a defender la soberanía de la nación de la soberbia de Francia-, quien ya había cesado las relaciones con México y bloqueaba el puerto de Veracruz, paralizando sus actividades económicas. Fue en ese momento que la ciudad se convirtió en la escena principal de la primera intervención francesa, mejor conocida como “Guerra de los pasteles” la cual obtuvo su nombre gracias a la tan absurda petición del repostero francés Remontel.
Tal hecho provocó que países como Gran Bretaña se vieran afectados en su comercio por lo que las tropas inglesas anclaron en las costas de Veracruz con la intención de negociar la paz, amedrentando a Francia con la fuerza de su flota que se manifestaba en once embarcaciones con ¡más de 370 cañones!
Ante tales circunstancias Francia accedió a las negociaciones firmando el 9 de marzo un tratado de paz en el que se estipulaba que: los franceses devolvían el castillo de San Juan Ulúa, mientras que México se comprometía a firmar un tratado de comercio, anular los préstamos forzosos y a pagar 600 mil pesos de indemnización.
Ambos países establecieron la paz y aunque México se comprometió a cubrir la deuda no pudo cumplir como lo exigían los franceses por lo que años más tarde se genero la segunda intervención francesa. Pero esa, es otra historia…
En honor a la valentía y patriotismo con el que el Puerto defendio nuestra nación, aun cuando los franceses nos superaban en número y municiones, es que se le otorgó el Titulo de Segunda Vez Heroica, econtrandose hoy en día en el centro de la ciudad un Obelisco en el cual se rinde homenaje a las cuatro batallas sufridas en el Puerto de Veracruz y en cual descansan los restos de algunos personajes que participaron en ellas.
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En honor a la valentía y patriotismo con el que el Puerto defendio nuestra nación, aun cuando los franceses nos superaban en número y municiones, es que se le otorgó el Titulo de Segunda Vez Heroica, econtrandose hoy en día en el centro de la ciudad un Obelisco en el cual se rinde homenaje a las cuatro batallas sufridas en el Puerto de Veracruz y en cual descansan los restos de algunos personajes que participaron en ellas.
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